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Sentidos en torno al ser asociado a una cooperativa agropuecuaria

Agricultores Federados Argentinos Cañada Rosquín tuvo una fuerte expansión en las últimas décadas. Conforma una regional de gran potencial en la comercialización de granos. Sin embargo, se juega una pregunta clave en este tiempo ¿Qué significa hoy ser asociado?

Ingreso a la planta de A.F.A. Cañada Rosquín por acceso Malvinas Argentinas – Foto Postarosquín

Por Chino Zanello

Aunque mucho no se hable de cooperativas en escuelas y medios de comunicación de Cañada Rosquín, el asociativismo viene dando pelea desde hace más de cincuenta años por estas latitudes. El mayor ejemplo es Agricultores Federados Argentinos SCL (sociedad cooperativa limitada) un nombre reconocido en la agroindustria nacional, entidad fundada en 1932 en Pergamino. AFA como se la conoce por su sigla. Catalogada como la cooperativa agropecuaria de primer grado más grande de Argentina. Cuenta con más de 33.000 asociados y 104 plantas de acopio distribuidas en 85 localidades. Un dato clave es que el 75% de sus afiliados son pequeños productores que trabajan en promedio, 50 hectáreas.  Esta gigante cooperativa emplea en forma directa a más de 1.600 personas que están distribuidas en sus 26 Centros Primarios que permiten que la entidad tenga presencia en 130 localidades de nueve provincias: Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Santiago del Estero, Chaco, Salta, Tucumán y Jujuy.  

Según el esquema planteado, en Cañada Rosquín, localidad del centro oeste santafesino, ubicada en el km 130 de la Ruta Nacional 34; afa ha vuelto a despertar interés por conmemorar 50 años de trayectoria. “En este último tramo logramos la fusión con María Juana, con el fin de optimizar recursos, ya sean humanos, financieros y de logística, y conformamos la Regional 7” apunta Victor Neder, gerente Comercial de la entidad.  “En esa regional integramos a localidades como Casas, Clucellas, Santa Clara y Ataliva de la provincia de Santa Fe; Alicia, Las Varillas, El Tío y Balnearia, de la provincia de Córdoba; Charata de Chaco; y Los Altos de Catamarca, lo que suma un bloque decisivo en la comercialización” buena sintesís de la expansión territorial de la cooperativa. 

De estos datos surge la dimensión del trabajo y actividad en la región: “En total somos 75 empleados, también contando los Subcentros, Casas, Alicia, Las Varillas y Charata”. La integración define como abordar la comercialización y proyectar cooperativamente el acopio. En tanto, las percepciones de los asociados hablan de los cambios en la estructura agraria y su impacto sobre los pequeños y medianos productores cada vez con menos herramientas ante un mercado donde concurren grandes y mega productores, los denominados pooles y grupos de inversores transnacionales.

Sin entrar en el análisis de la coyuntura económico productiva, en el recorrido de las últimas décadas de AFA Cañada Rosquín, el gerente apunta al crecimiento en la infraestructura: “Se venía trabajando fuerte en el proyecto de construir una nueva planta sobre la ruta Nacional 34, y en el período 2006/2007 se llevó adelante. Dado que el pueblo no contaba con más espacios en la periferia y atentos al impacto ambiental, se decidió encarar la construcción de una nueva planta de silos y depósitos de agroquímicos sobre la ruta”. «Fue una obra de magnitud. Se construyeron 2 silos de 15.000 toneladas cada uno de hormigón, secadora, norias etc. y además con esta nueva planta se pudo trasladar el depósito de agroquímicos y las oficinas de los Ingenieros agrónomos, como un lineamiento básico con el medio ambiente». 

A instancias del rol estratégico en la economía regional se advierte como la estructura de la cooperativa agraria hoy se intensifica, se expande y exige de planificación. En paralelo a estos datos, AFA se consolida, es una entidad que está habilitada para exportar y que tiene espalda suficiente para manejar un volumen total de 50.000 toneladas de exportación. Con cada vez mayor porcentaje de tierras sembradas con monocultivo de soja, con un mercado muy concentrado, bien vale repasar los orígenes.

Un camino 

La fundación de AFA Cañada Rosquín data del 15 de enero de 1972. Trigo y lino, junto a sorgo, girasol y maíz eran los cultivos predominantes en esa época, contando además con una importante área destinada para alfalfa, avena y centeno. Plantaciones propias de las actividades ganadera y tambera, emblemáticas de la región donde esta organización se crea. Inevitablemente, los testimonios ligan orígenes con actualidad: “Esta zona y sus alrededores en algún momento fueron llamados la Capital de la Invernada porque se hacía mucho más hacienda que agricultura. La estructura productiva era muy diferente, predominaba el pequeño chacarero y chacarero ganadero.

En la reconstrucción de la memoria colectiva ligada a la organización, surge en el recuerdo, como sistema de producción autóctono la “chacra mixta” que mixturaba ganadería y agricultura. En ese contexto, la actividad principal de los fundadores eran la gran mayoría ganaderos y tamberos, la agricultura se hacía muy lejos de lo que es tan intensivo como hoy, cualquier explotación era 80% ganadera o tambera y un 20% agricultura” relata el productor, hijo de un asociado fundador.

Al poner el acento en la estructura productiva: se trataba de un espacio de producción limitado por el alambrado, donde el productor tenía su eje de trabajo en la familia y realizaba cálculos acerca de qué y cuánto producir, así como también empezaba a definir adquisiciones de bienes de capital mediante créditos del Banco de la Nación Argentina, de los bancos provinciales o de alguna cooperativa de la zona.  En estos términos, el crecimiento agrícola fue posible porque, a pesar de las oscilaciones permanentes de los precios recibidos por los productores, los aumentos de productividad producidos por el gran cambio tecnológico operado en la agricultura permitieron promedialmente obtener rentabilidades adecuadas (Barsky, 2008: 281). 

Foto ilustrativa

“La cooperativa acá se formó por el acopio, no por principios cooperativistas. Básicamente la necesidad de contar con lugares para acopiar hace que un grupo de productores se junte y decidan emprender algo cooperativo y se construye el primer silo, se empieza a trabajar en forma conjunta” relata con precisión, Eduardo Galetto, Ingeniero Agrónomo e hijo de un socio fundador. “Había ligazones comerciales de algunos productores con una cooperativa que funcionaba en la región desde la década del ’50 -adherida a la entidad de Rosario- a 25 kilómetros contigua, San Martín de las Escobas. Antes se llevaba el cereal para allá, entonces vinieron de San Martín, a ayudarlos para que la armen, ellos ya venían con una concepción de cooperativismo”.  El ingeniero recuerda con detalles “Surgió por una necesidad. Nació más que todo de los pequeños productores que eran los que trabajaban en el campo que prácticamente no tenían tierra porque para tener su producción, cualquiera sabe que teniendo más volumen siempre vas a poder defender mejor el precio. Por aquel entonces la cooperativa se miraba así por arribita nomás, sólo estaba la de los lácteos Rochdale, ahí se empezó a tener una idea de lo que era asociarse”. 

Una línea clave para la reflexión: aquel grupo de productores construye acuerdos en torno a la decisión de organizarse en forma cooperativa para vender su producción en el mercado. Son los inicios con arreglo a una necesidad que implica definiciones de clase y una apuesta solidaria en tanto modos de pensar y hacer desde un sujeto colectivo. Este es el comienzo del proceso de la expansión de la agricultura en general y el desplazamiento de la ganadería en particular. Lo más llamativo es como la Capital de la Invernada, de ganadera y tambera, deviene agrícola especialmente a partir de la introducción del cultivo de soja.  “La actividad agrícola era relativamente muy escasa pero fundamentalmente y a partir de la inclusión de la soja que esto es en los ’70 el incremento de la actividad agrícola fue tal que casi que avasalló la actividad ganadera. La soja acá los primeros lotes son en el ’75 a partir de ahí prendió con fuerza, fueron exitosos esos lotes y desde ahí tuvo un desarrollo explosivo y fue copando espacios y fundamentalmente corriendo la hacienda: ése es el gran cambio” reflexiona Galetto.

La situación fue tensa, no obstante la creación de la cooperativa habilitó una instancia de diálogos, discrepancias y compromisos entre productores, construyó relaciones de confianza entre los mismos.  “El campo es un laburo muy solitario y de entrada la cosa era avalada por los primeros que ponían la cabeza ahí. Tengo entendido que los socios fundadores han hecho un aporte monetario importante para arrancar, como somos los gringos ahora…Imaginate 40 o 50 años atrás! La gente era muy cerrada y el tema de cooperativismo, de colaborar entre ellos era bravo, bueno pero justamente un tipo que en su momento ha firmado una garantía para que arranque y hoy ve lo que es” cuenta.

Cooperativa de afectos y  de identidad

La organización colectiva es germen del movimiento cooperativo nacido al calor de luchas reinvindicativas de principios del siglo XX. A contramarcha, el golpe cívico militar de 1976, operó en desmedro de estos lazos, desandando planificaciones socioeconómicas con perspectivas solidarias y de largo plazo. Las primeras acciones de la dictadura estuvieron dirigidas hacia los actores sociales más dinámicos del cooperativismo .Es importante trazar líneas de continuidad en el tiempo con los procesos políticos, socioeconómicos, que siempre recaen sobre sujetos y sociedades.

Cabe resaltar que el asociativismo, el cooperativismo como formación orgánica e institucional, no constituye una unidad armónica, sino organizaciones situadas en el mundo capitalista cuyas realidades se encuentran en permanente tensión. Aparece cierto “desencanto” respecto de la pertenencia de los padres y abuelos, ya no más esa visión romántica a la que parece, no hay retorno posible.

Camino lateral a A.F.A. Cañada Rosquín desde la Ruta Provincial Nº 66 – Foto Postarosquín

“Yo paso y miro la planta y me digo, pensar que un pedacito, un ladrillo de eso es mío y es de todos los socios. Hay gente que lo ve como una empresa privada. Se está perdiendo eso: el verlo como propio, porque en definitiva es de los socios” destaca un integrante de la cooperativa.  Los relatos de asociados de 60-80 años aproximan el sentido de pertenencia y claramente demuestran que son quienes se han ido adaptando a la sucesión de cambios. Son los productores tradicionales. Procesos muy diferentes se vienen planteando en parte de la franja 30-50 años, más atenta a su propio beneficio e inserción en la sociedad. Hay todo un desplazamiento económico, cultural y político que incide en la forma de pensar. El lugar otorgado al esfuerzo y sacrificio de antes, así como también a la solidaridad entre pares, se conjuga con eficiencia productiva, comercial y financiera.

“Estamos perdiendo los principios cooperativos y eso está complicado. La juventud va directamente a hacer negocio a la cooperativa. Es preocupante, no los podés captar, los viejos sí, son cooperativistas de sangre, los jóvenes ven primero si la cooperativa les sirve”.  La aparición de los hijos de productores tienen una visión más empresarial y están ligados a la cooperativa por una cuestión estrictamente de conveniencia económica.

Es notable como aparecen las discrepancias con lo heredado, entendiendo que los fundadores y asociados de 60-80 años de las cooperativas agrarias, continúan vinculados a la organización por amor. Es lo afectivo que asegura la permanencia y la identidad. Son ellos quienes se han ido adaptando a la sucesión de cambios, primero vivenciando el pasaje de residencia del campo al pueblo, la posterior transformación en agrícola de la Capital de la Invernada. Típicamente son los llamados “productores tradicionales” que caracterizan Barsky y Gelman ( Ref. Barsky O. y Gelman J. 2009).

Pues bien, procesos muy diferentes se vienen planteando en los hijos de tales actores, algunos hoy productores también asociados y que configuran gran parte de la franja de 25 a 40 años.  “En los viejos hay una cuestión más de identidad, una cuestión más romántica, en nuestro caso no, es por otro lado. Si fuera la cooperativa o fuera fulano de tal y tiene un acopio y me presa servicios similares, para mí sería lo mismo porque no tengo un sentimiento, una identidad…no” dice Ariel, un joven de 28 años. “Para muchos es lo mismo que entrar a un acopiador privado. Está bien sí, en la cooperativa puedo formar parte de las asambleas y es la única diferencia que veo. La uso principalmente de acopio. Si hubiera a lo mejor una competencia que te brinde lo de la cooperativa yo no sé cuál elegiría. Digamos uso las herramientas que me gustan de la cooperativa y las que no me gustan no las uso”.

En el entramado del desencanto, agrega: “Hay mucha gente que no lo ve como cooperativa, lo ven como empresa, y con todos los defectos porque tiene defectos como cualquier cosa también. Se está perdiendo eso: el verlo como propio. No se siente la cooperativa, la siente el que está ahí, el que está cerca o el que está en el Consejo Directivo”. Tales situaciones cada vez más presentes y diferenciales en la realidad de los pequeños y medianos productores, irrumpen a la hora de visualizar el peso de la cooperativa. En este escenario se puede decir que los hijos de los asociados están más atentos a su propia inserción en la sociedad global que al reemplazo generacional en la entidad y hasta en el establecimiento rural.

Sector de camiones de A.F.A. Cañada Rosquín desde el acceso Malvinas Argentinas – Foto Postarosquín

¿Qué significa hoy ser asociado?

Resulta clave el sostenimiento de una entidad de la economía social que enlaza significados en torno a la producción agropecuaria como fuente de trabajo y desarrollo en el territorio… ¿Qué significa hoy ser asociado? Son tiempos donde prevalece la perspectiva económica empresarial, y los atributos de seriedad, regular precios en el mercado, dar seguridad, transparencia y confianza. Sin entrar en el análisis de la coyuntura económica, un chacarero de años dice:  “Si la cooperativa cierra las puertas, el 80 % de los productores del pueblo no siembra”. Pero, por otra parte, los asociados interpelan el rol de la cooperativa para los productores en particular y para la comunidad en general. Interrogantes acerca de la trascendencia de los fines meramente económicos y el denominado excedente social puesto que hay un principio de compromiso comunitario ligado a la construcción cooperativista.

“El hecho de juntarse, de poder lograr cosas en conjunto en cierta manera la cooperativa lo logra. La institución hace aportes no digo que no los haga, pero a veces necesitaría abrirse e involucrarse un poquito más en la comunidad” es la reflexión potente que sintetiza Julio, productor de 54 años. “Que la cooperativa ideal sea como es ahora, pero está socialmente aislada. La relación de la cooperativa con las instituciones locales debería ser muy firme. El beneficio hacia el socio, y a la cooperativa para que sea un motor importante en la gestación de fuentes de trabajo y de proyectos, sí y además estar en todas las partes relacionadas con las necesidades de la comunidad. No va solamente el hecho de hacer buenos balances, que son importantes, pero no solamente pasa por ahí”.

Una fibra sensible mantiene el asociado cuando dice: “Falta inserción en la comunidad, ir captando esas falencias que hay en la sociedad y que una cooperativa puede canalizar, más allá de sacar un buen rédito económico que bueno es lo que uno aspira a que sea fuerte y que actúe, tendría que estar más vinculada a las cooperativas del pueblo porque podría ayudar para capacitarlas, mejorar su performance, lograr que las cooperativas grandes ayuden a las chiquitas que están funcionando y a su vez que esas cooperativas se sigan desarrollando. Priorizar la educación y capacitación de los hijos de los productores, jovenes, y de la gente de toda la comunidad”.

Ahora bien ¿Qué significa hoy ser asociado?  Las respuestas emergen ligadas a políticas públicas y acción estatal. Mientras tanto serán muy valiosos los espacios de encuentro y diálogo intergeneracional, que contienen el potencial de habilitar vínculos, tematizar en torno a sentidos. La transmición como decisión de familias, grupos, instituciones es punto de partida de las comunidades y con ellas de la cooperativa.

Bibliografía relacionada

Barsky ,O. Gelman J. ( 2009 ) Historia del agro argentino. Buenos Aires. Sudamericana

Barsky ,O. (2008) Conflicto rural – urbano y políticas públicas en Argentina

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