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Todo tan cerca y tan lejos

Alegorías y semblanzas que provoca un espacio tan cargado de evocaciones como el Espacio León Gieco. Por Wilfredo Depetris.

Por Wilfredo Depetris

De la nota sobre la apertura del Espacio, para la revista «Lugares» – Diario La Nación me avisó mi nieta el 20 de octubre, aquella niñita que allá por el ´88 se acercaba al mostrador del bar de Garufa y pedía: «me das mas masitas, Garufiia».

Para empezar decir que en esa misma vereda donde se habilitó el Espacio León Gieco, reencontré un día a Nuni Santa Cruz quién, tras sus estudios universitarios, retornaba a Cañada para desempeñarse en la Clínica San Martín, donde su padre ejerciera hasta principios de los ´70.

Las cosas se emparentan. Cabe señalar que allá por el ´65 la rectora del Secundario, Señora de Naibo me visita para que reemplace al Dr. Félix Santa Cruz en materias que dictaba, él se lo había recomendado. Toda una profanación…èl muy erudito y yo un joven que se deleitaba escuchándolo y aportaba algún bocadillo…no sé que le atrajo para proponer tal suplencia .

Ni que hablar de los imborrables alumnos que tuve y con los cuáles compartí además el Día del Estudiante. Finalizaba el almuerzo en la Rural aquel 21 de setiembre, cuando a nuestro fogón junto al Doctor Ulla, se acercó León -guitarra en mano- y pese a defraudarlo por la vacía bandeja del lechón que habíamos degustado, nos brindó alguna de sus canciones de entonces. Aun no tenía los 15 y hoy, al escribirte estas saudades, cumplió setenta y dos.

Viajábamos los domingos a la mañana con Coqui Don – director técnico de infanto juveniles-, a disputar encuentros de la Asociación de Básquetbol del Oeste Santafesino, eran dos elencos y en uno de éllos jugaba Raúl Alberto Antonio Gieco. Quien por entonces vivía en el club Juventud Unida, donde sus padres junto a Gianolo y Juan Carlos Castagno atendían bar y parrilla…allí donde también se desempeñaron tu papá y el Negro Garello. Todos muy amigos.

El querido Calcia, papá de León, los 20 de julio entraba a la Comuna, diciendo enfáticamente: «Vengo a saludar a mi amigo Wilfredo». Muchos recuerdos. Alli cerca me tocó conducir, frente a la Escuela 266, el acto sorpresa que se había preparado por el arribo a Cañada Rosquín de León y el grupo que había urdido el raid «De Usuhaia a la Quiaca». Estuvieron varios de los compañeros de aquellos equipos, asi como desde el bar Mayo se le acercó el típico cortado que otrora hiciera su padre, mas otras alegorías de los tiempos transcurridos.

Por aquí ronda  una foto que nos sacamos con  Raúl -un atardecer- en el patio de la escuela. Y ahora vos Chino, con Noelí, sobrina de León; custodian y son anfitriones de ese espacio tan cargado de evocaciones.

Podría acotar: todo tan cerca y tan lejos ….en distancia y en el tiempo. Un abrazo enorme.

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